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Mes de concientización del autismo: detecta y conoce sus síntomas

Mes de concientización del autismo: detecta y conoce sus síntomas

El 2 de abril fue el día nacional de la concientización y aceptación del autismo. ¿Por qué es necesario este día?

El trastorno del espectro autista o TEA es una de las más complejas enfermedades mentales que existen, esto debido a que los síntomas que se pueden presentar van desde leves, casi imperceptibles, hasta muy graves e incapacitantes. Es importante mencionar que el autismo no es daño cerebral o neurológico y su causa sigue siendo un misterio para las psicología y medicina en general, sin embargo, hay muchas hipótesis al respecto. A este trastorno no se le conoce cura.

Conoce sus síntomas

Se trata de un trastorno donde la forma de percepción de estímulos del medio que rodea a las personas que lo padecen se interpreta de forma diferente; los sonidos, la imágenes, los colores, las palabras, pueden ser procesados de manera que se vivan muy intensamente y perciban el entorno como agresivo (hipersensibilidad). Presentan alta dificultad de interacción social, comportamientos y patrones atípicos y/o obsesivos o repetitivos; tienden a centrarse en los pequeños detalles y les cuesta la generalización o el entendimiento del todo. El lenguaje en el autismo se ve muy alterado, en los casos leves o moderados, hay dificultad para entender y expresar metáforas (chistes, sarcasmo, etc.), pero en los casos más graves, hay una total ausencia de la expresión verbal, lo que no significa que no sepan hablar o no puedan entender. En muchos casos el autismo, -sobretodo en sus versiones menos graves como el síndrome de Asperger o el síndrome de Savant– puede venir acompañado de una inteligencia sobresaliente. 

¿Cómo se detecta?

Debido a que el espectro es tan amplio, no existe ninguna prueba médica que de detección, sin embargo existen algunas pruebas que pueden indicar la probabilidad de padecer TEA.

En este día, se lucha también para eliminar mitos alrededor del autismo y sus síntomas y que sea una neuro-divergencia donde se aprecien las cosas únicas que se pueden hacer; por ejemplo: son excelentes para encontrar patrones y hacer conexiones, debido a su pensamiento literal pueden crear soluciones únicas a problemas, son autodidactas debido a que se centran en su interés con mucha pasión, tienen una rutina establecida y es muy importante para ellos seguirla, suelen ser creativos y pueden ser muy empáticos.

Trastorno de dismorfia corporal

Trastorno de dismorfia corporal: Las bases para entender este desorden e identificarlo

En los últimos años se ha escuchado y se usado con frecuencia este término de forma coloquial, sin embargo, la dismorfia corporal es una afección mental que tiende a aumentar y que es importante atender, ya que afecta considerablemente la calidad de vida.

¿Cómo identificar el trastorno de dismorfia corporal?

Se considera un trastorno mental o psicológico porque la persona que lo padece no puede dejar de pensar en uno o más defectos relacionados con su físico, que a menudo no pueden ser percibidos por los demás. Pasa una cantidad de tiempo considerable pensando y enfocándose intensamente en esos defectos físicos y cómo arreglarlos .

Es clave entender que sólo esa persona percibe esos defectos físicos. Para los demás, estos pueden ser inexistentes o insignificantes. Las personas que lo padecen pueden estar constantemente revisando el espejo, tomándose fotos, aseándose, maquillándose o buscando otras formas de obtener tranquilidad respecto a ese defecto o defectos, llegando incluso a realizarse procedimientos cosméticos invasivos. Sin embargo, ya que es psicológico, la ansiedad regresa.

En sus formas más graves se pueden desarrollar trastornos alimentarios, depresión y trastorno obsesivo compulsivo. Este último puede ser consecuencia del trastorno dismórfico corporal, pero también puede ser la causa, ya que el enfoque en el “defecto” se considera obsesivo.

Se piensa que el trastorno de dismorfia corporal es una forma de TOC enfocada en el cuerpo propio.

Trastorno obsesivo compulsivo

El trastorno obsesivo compulsivo se compone de dos momentos: el obsesivo, donde existen pensamientos intrusivos y repetitivos cargados de mucha ansiedad; y la compulsión, donde se llevan a cabo actos de igual manera repetitivos y cargados de ansiedad para evitar que algo malo suceda asociado con los pensamientos obsesivos.

Estos actos compulsivos no tienen un sentido lógico respecto a lo que se quiere evitar que suceda. Sino que más bien su sentido es mágico, por ejemplo, eludir pisar las grietas de la acera para evitar que la madre muera. De esta misma manera funciona el trastorno de dismorfia corporal, donde la tranquilidad respecto al “defecto” se encuentra en actos mágicos, por lo general de manera temporal. 

Otros síntomas del trastorno pueden incluir el creer que las personas se burlan de ellos a sus espaldas, sentirse feos o deformes debido a esa característica, buscar constantemente aprobación respecto a la apariencia, evitar situaciones sociales. El trastorno de dismorfia corporal termina afectando las relaciones interpersonales, la socialización, el mundo laboral, y en última instancia la calidad de vida en general. Es una enfermedad que ha tomado mucha fuerza en los últimos años, y se proyecta un mayor aumento por la gran relevancia que tiene la belleza en nuestra sociedad y las exigencias que implica, entre otras causas. 

¿Cómo curar el trastorno de dismorfia corporal?

Actualmente este trastorno es estudiado por psicólogos, psiquiatras, neurólogos, neuropsicólogos y sociólogos. Para su cura, es necesario acudir con un profesional de la salud mental.

Navegando el duelo: Comprendiendo para sanar

Navegando el duelo: Comprendiendo para sanar

Desde el minuto que nacemos, nos enfrentamos  a constantes pérdidas; pérdida de la comodidad del vientre de mamá, de las personas que quisimos y aquellas que fuimos. Como seres humanos, el duelo es un proceso que todos inevitablemente atravesaremos. Comprenderlo y tener herramientas para sobrellevarlo es de gran importancia. 

Podemos entender el duelo como la angustia experimentada tras una pérdida significativa, normalmente la muerte de una persona querida (APA, 2022) o por alguna situación significativa (por ejemplo, divorcio). Esta angustia no solo impacta en nuestras emociones, como el sentirnos tristes, culpables, enojados o impotentes, sino también nuestra salud física y nuestra cognición. Por ejemplo, podemos sentirnos agotados, tener cambios en el apetito o sueño, así como dificultad para concentrarnos o para recordar las cosas. 

Aunque comúnmente el duelo se asocia a la pérdida de un ser querido, podemos experimentar el duelo en otras situaciones de la vida.

Perder un empleo, jubilarnos o un divorcio son situaciones que pueden evocar una respuesta similar al duelo debido a la pérdida de identidad y roles que teníamos, la rutina, seguridad económica y conexiones sociales asociadas. De la misma manera, las situaciones abruptas o inesperadas también se asocian a un proceso de duelo.

Situaciones inesperadas 

Aunque es reconfortante pensar que tenemos control sobre todas las situaciones que nos ocurren, no siempre es así. Las situaciones inesperadas pueden generar respuestas similares al duelo, debido a los desafíos emocionales, psicológicos y prácticos que presentan. Algunas maneras en que puede manifestarse el duelo en contextos de cambios inesperados son por medio de shock, o una dificultad para asimilar lo que ha ocurrido, así como agitación emocional

Similarmente, todos preferimos lo que ya conocemos, por lo que el duelo ante un cambio repentino también puede manifestarse como resistencia a la nueva realidad, ya que las personas pueden añorar lo conocido y resistirse a adaptarse a lo desconocido.

El COVID-19 es un gran ejemplo de una situación inesperada, en donde todos nos vimos forzados a asimilar una nueva realidad que no teníamos contempladas en nuestras agendas. No solo nuestras rutinas se vieron afectadas, sino también nuestras vidas enteras. Tuvimos que adaptarnos a una realidad en donde no podíamos salir de casa, a una modalidad en línea, al estrés e incertidumbre que conllevaba un virus que nadie entendía. Además de todo eso, la mayoría de la gente tuvo que hacer frente a pérdidas, ya fuera en relación con la muerte de un ser querido, de un trabajo, o de la vida que teníamos antes.

Ciclo del duelo

“Al igual que el amor que lo engendra, la expresión molecular del duelo es única en cada relación.” 

M. Katherine Shear, MD. 

Actualmente existen diversas teorías acerca de las etapas del duelo. Sin embargo, la más aceptada proviene de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross. En su teoría, Kübler-Ross propone cinco etapas que las personas atravesamos  durante un proceso de duelo. Sin embargo, es importante notar que estas etapas no son fijas, ni significa que se deben seguir en orden. Cada quien vive un duelo diferente, de acuerdo a sus circunstancias y sentimientos.

  1. Negación: Esta primera etapa del duelo nos ayuda a sobrevivir a la pérdida. En esta etapa, el mundo pierde su sentido y es abrumador, siendo la negación y el shock lo que nos ayuda a sobrellevar la situación y a sobrevivir. 
  2. Enojo: La ira es una etapa necesaria del proceso de curación. De acuerdo a la autora, la ira es fuerza y puede ser un ancla, dando estructura temporal a la pérdida.
  3. Negociación: Nos perdemos en un laberinto de afirmaciones como: “Si tan solo ..” o “Qué pasaría si…”. Queremos que la vida vuelva a ser lo que era. recuperar a nuestro ser querido. Queremos retroceder en el tiempo.
  4. Depresión: Tras la negociación, nuestra atención se centra en el presente. Se presentan sentimientos vacíos, y el dolor entra en nuestras vidas a un nivel más profundo de lo que nunca habíamos imaginado. Es importante recalcar que este sentimiento de tristeza no es un trastorno mental. Aunque se pueden confundir los términos duelo y depresión, no son lo mismo. Ambos traen tristeza a nuestras vidas y ambos causan disrupciones en nuestra vida, pero la similitud termina ahí. 
  5. Aceptación: Aunque usualmente se confunde esta etapa con la noción de “estar de acuerdo” con lo sucedido, muchas veces no es el caso. La mayoría de la gente nunca se siente bien con la pérdida de un ser querido. Esta etapa consiste en aceptar la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente y reconocer que esta nueva realidad es la realidad permanente. Nunca nos gustará ni nos parecerá bien, pero acabaremos aceptándola.

¿Cuándo se complica el duelo?

El duelo es una mezcla de añoranza, culpa y tristeza, con acompañamiento de pensamientos, recuerdos e imágenes de la situación ocurrida.

Cuando tiene éxito, el duelo lleva a las personas a sentirse profundamente unidas a los seres queridos fallecidos, al tiempo que son capaces de imaginar un futuro funcional sin ellos.

Sin embargo, el duelo se complica cuando tenemos dificultad para realizar o completar nuestras actividades del día a día, o nuestras relaciones con los demás y nuestra calidad de vida se ven afectadas negativamente.

Afrontando el duelo: ¿Qué nos puede ayudar?

  1. Terapia

Acudir a terapia tiene un papel muy importante dentro del proceso de duelo, ya que nos proporciona un espacio seguro en donde podemos enfrentar y manejar nuestras emociones después de una pérdida significativa. 

El objetivo de la terapia es que se pueda disponer de las herramientas adecuadas para poder hacer esa conexión con el dolor y las emociones de una forma serena. 

  1. Mindfulness (Atención plena)

Durante la práctica de mindfulness, se trata de observar qué predomina en nuestra conciencia momento a momento. La intención es explorar la experiencia como es en realidad, es decir, en constante cambio. Por ello, la práctica de mindfulness cultiva el insight (o introspección) en la naturaleza de nuestros condicionamientos. 

Es importante recalcar que esta es una herramienta que ayuda durante el proceso terapéutico, no lo reemplaza. Si te interesa ponerlo en práctica, te compartimos una playlist de Mindfulness creada por el equipo de Pi Psicología Integral. 

  1. El rol de la resiliencia en el duelo

Según la APA, la resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes. La resiliencia es otra ayuda que nos proporciona las herramientas emocionales y cognitivas necesarias para sobrellevar el duelo y adaptarnos a situaciones inesperadas gracias a que nos permite evidenciar las actitudes, pensamientos y emociones que interjuegan a la hora de asumir la situación difícil y a la par con nosotros mismos, para resignificar a esa realidad.

  1. Importancia de la red de apoyo y cómo pedir ayuda

Niemeyer (2002) menciona que la red de apoyo social realmente ayuda a individuos en situación de duelo, ya que puede funcionar como amortiguador del dolor, disminuyendo así los síntomas ansiosos y depresivos, y aumentando la satisfacción vital.

Encontrar fuentes de apoyo puede desempeñar un papel fundamental en la recuperación y aceptación de la pérdida por parte de esta persona. Tanto familiares como amigos, grupos de apoyo, entidades comunitarias o profesionales de la salud mental ayudan durante este proceso. Pedir ayuda a veces no es fácil, por lo que un primer paso a esto puede ser con una persona de confianza o de gran estima.

El duelo no es un proceso lineal

Ningún proceso es lineal, y el duelo no es la excepción. Típicamente, están llenos de altibajos, de días buenos y otros no tanto. En este contexto, es fundamental destacar la importancia de cultivar la paciencia y la empatía hacia uno mismo.

El duelo es una experiencia profundamente personal y única, por lo que no hay un camino “correcto” o “normal” para atravesar. Debido a esto, la paciencia jugará un rol importante, ya que no hay un calendario fijo que indique  en dónde el duelo terminará. Al permitirnos sentir todas las emociones, incluso las dolorosas, sin juzgarnos, estamos dando espacio a nuestro proceso de curación.
Por otro lado, la empatía hacia nosotros mismos es de igual importancia. Esto significa tratarnos con la misma comprensión y cuidado que le daríamos a otro ser querido en nuestro lugar. No hay respuestas “correctas” hacia una pérdida, todas nuestras emociones son válidas, y por ende, merecen ser sentidas.

Referencias

Eisma, M., Tamminga, A., Smid, G., & Boelen, P. (2021). Acute grief after deaths due to covid-19, natural causes and unnatural causes: an empirical comparison. Journal of Affective Disorders, 278, 54-56. https://doi.org/10.1016/j.jad.2020.09.049

Hui, D. (2015). Unexpected death in palliative care. Current Opinion in Supportive and Palliative Care, 9(4), 369-374. https://doi.org/10.1097/spc.0000000000000174 

Kübler-Ross, E., & Kessler, D. (2009). The five stages of grief. In Library of Congress Catalogin in Publication Data (Ed.), On grief and grieving (pp. 7-30).

Neimeyer, R. A. (2000). Searching for the Meaning of Meaning: Grief Therapy and the Process of Reconstruction. Death Studies, 24(6), 541-558. 

Shear, M. K. (2022). Grief and mourning gone awry: pathway and course of complicated grief. Dialogues in clinical neuroscience.

Sentirse solo

Hablándonos al espejo; El sentirse solos/as y vivirlo como algo inquietante

Sentirse, estar y acompañar.

Actualmente, en diferentes redes sociales, se hacen “memes” o acercamientos a la salud mental, e intentan hablar sobre temas importantes para el bienestar personal. Sin embargo, en su mayoría dejan el tema central  de lado y solo buscan generar una identificación: “Me siento solx”, “No tengo a nadie aquí para mí”, “No soy importante para nadie”, “De tantas personas, parece que no encajo en algún lugar”. ¿Tú te identificas?

Entre los escritos de Klein (1988) entendemos “la soledad” como aquella sensación de sentirnos amenazados/as en la relaciones, angustiados/as por cómo nos van a ver, incapaces de llevar una relación agradable con alguien más. Y cada persona lo va a vivir (o sufrir) de manera diferente, de acuerdo con sus “recursos”, habilidades e historia personal.

La soledad puede describirse como esa dificultad en acercarnos a otras personas, por desconfianza, “baja autoestima”, u otros motivos; en ocasiones podemos sentirnos solxs al finalizar una relación, o al sufrir una pérdida de alguien cercano (o a veces mascotas) (Caruso, 1989). Al atravesar un duelo puede ser temporal tener esta sensación, pero si se vuelve incapacitante o dura mucho tiempo, es cuando se convierte en un indicador de malestar.

¿Cómo se siente estar solo/a? Y, ¿qué hacer con ello?

Como se mencionó anteriormente, esta es una sensación que cada persona va a vivir de manera muy diferente, sin embargo hay puntos que coinciden, y estos serían algunos indicadores con los cuales podemos identificarnos y comenzar a cuestionar porqué nos sentimos así.

La soledad no es sinónimo de “introversión”

Hay que diferenciar este término que se ha difundido muchísimo en redes sociales. Lo introvertido es una manera de ser/actuar consciente, en donde preferimos ser callados, introspectivos, disfrutar del tiempo a solas, y poder conllevar una vida social “adecuada”, aunque las situaciones de fiestas o reuniones nos pueden disgustar o angustiar.

La soledad va más allá, ya que comienza desde sí tener el deseo/ganas de hacer cosas sociales, pero falta tener la “confianza” o sentirnos preocupados por qué va a pasar una vez allá, y decidir no hacerlo. A veces será bueno quedarse en casa disfrutando de un pasatiempo a solas, sin embargo en estos casos puede que se quede con las ganas de hacer algo más, y reprocharse no haberlo hecho. Por ello:

Los ataques, y no al otro

A diferencia del ser introvertido/a, en este malestar nos podemos encontrar con esos reproches o ataques; más allá de sentirnos mal o culparnos por haber hecho (o no) algo; sentirnos menos, insuficientes, no importantes. En ocasiones podemos pensar cosas negativas de otras personas para consolarnos de estar solos (ej. “Es una persona muy criticona”) pero esto será un mecanismo de defensa para no sentirnos tan mal, que al paso del tiempo pierde eficacia y continuamos en ese malestar.

Integrar, no aguantar

Klein sostiene que en la primera etapa de nuestra vida, vemos a nuestros cuidadores (mamá, papá, etc)  de manera escindida; buenos o malos, uno u otro, y no como un punto medio. Y a través de nuestras experiencias placenteras con ellos, tendremos mayores habilidades para ‘integrar el objeto total’, esto es, ver nuestros vínculos con sus partes buenas y malas, y tolerarlo.

Partes malas o displacenteras incluyen separaciones momentáneas, el no poder complacernos en ocasiones, el poner límites y reglas, etc. ¿Y en personas como nosotrxs, en nuestra adolescencia o adultez? de manera muy similar, hablando sobre el malestar de la soledad, se sostiene que en la mayoría vemos a las personas y a las experiencias con estas como algo muy insatisfactorio, doloroso o penoso; por lo que ‘inconscientemente’ preferimos no arriesgarnos y seguir en este malestar como una manera de defensa. Así, ‘‘aunque lo sufra, estoy mejor aquí que allá afuera con esos riesgos’’.

El integrar, el salir a enfrentarnos a esa angustia y a poder tolerar diferentes situaciones, es una tarea difícil; tendrá qué ver con nuestra propia experiencia de vida, y esto se va elaborando en un espacio terapéutico.

Nuestra historia, nuestro dolor

Cada vez somos más conscientes del dolor (o las situaciones molestas o dolorosas) en las relaciones personales, lo cual nos abre paso a cuestionarnos si es lo que nos gustaría tener o no. Sin embargo, queda la pregunta de qué seguir haciendo o cómo cambiarlo.

Muchas veces nuestra historia tiene un peso inconsciente, una toma de decisiones que hacemos sin pensarlo o considerarlo, evadiendo el dolor o lo displacentero, e intentando preservar nuestra vida como ya es. En esta cuestión de la soledad, muchas de las veces se puede pensar que así ‘estamos bien’, debido a que nos ahorramos mucho sufrimiento ‘‘fantasioso’’ (que no sabemos si pasará o no, pero ahí está), lo cual nos hace quedarnos ahí a pesar de sentirnos mal.

Otras ocasiones, tenemos conciencia o recordamos lo que hemos pasado a lo largo de nuestra vida y lo nombramos conociendo su peso, pero ¿ya con eso nos sentimos mejor? No es muy probable. Hay mucho que hacer, sentir y reconstruir sobre nuestro sufrimiento.

¿Qué hago? ¿Acostumbrarme o escucharme? La búsqueda de compañía

En estos casos, cuando ya es una situación incapacitante (que dura mucho tiempo, no salimos de nuestra rutina, pasamos más tiempo a solas y disconformes, y se comienzan a malestar los hábitos de sueño, comida y bienestar personal), es importante acudir a psicoterapia para traer a la consciencia el por qué nos sentimos de esta manera; y así mismo, ir elaborando el cómo salir ‘de manera adecuada’ de esta situación.

En el espacio terapéutico, un lugar de acompañamiento para cualquier persona que lo deseé, se ha de permitir sentirse mal. Primero, se requiere traer a este espacio todo el dolor o las situaciones que se sufren/sufrieron, y a manera de ir construyendo nuevas caminos, irlas trabajando para encontrar las situaciones placenteras de la vida misma. Tampoco hemos de excluir que el dolor es parte de la vida cotidiana; más bien, debemos mejorar nuestros recursos personales para poder tolerar el sufrimiento que las relaciones sociales pueden tener.

El placer y el displacer van de la mano, no se trata de sentirnos culpables por cómo nosotros lo toleramos y lo aliviamos (o no). Sin embargo, de seguir persiguiendo ese estado de soledad durante mucho tiempo, siempre será mejor hacernos cargo y buscar sanar.

Referencias:

Envidia y gratitud, y otros trabajos: Sobre el sentimiento de soledad (1ra ed., Vol. 3o). (1988). Klein, M.

La separación de los amantes (1ra ed.). (1989). Caruso, I.

Obras completas: Duelo y melancolía (Vol. 14). (1914). Freud, S.

Psicología vs. Psicoanálisis: 5 puntos para entender sus encuentros y desencuentros

Psicología vs. Psicoanálisis: 5 puntos para entender sus encuentros y desencuentros

Si estás buscando algún tipo de psicoterapia y no te decides por cuál elegir, te compartimos aquí las principales diferencias entre la psicología y el psicoanálisis.

Se considera al padre de la psicología a Wilhelm Wunt, quien en el siglo XIX por primera vez introdujo las variables de los procesos mentales en el mundo científico, que antes se consideraban del campo de la filosofía. Desde entonces, la psicología tuvo su propio título y su propio campo. A finales de este mismo siglo, Sigmund Freud, en su estudio de la histeria, descubrió – o inventó – el inconsciente, y con ello, el psicoanálisis, que, por sus contenidos terminó alejándose de las corrientes psicológicas imperantes del momento. 

Psicología, se refiere a diferentes ramas como Cognitivo conductual, humanismo, Gestalt, sistémica, funcionalismo, entre otras. Mientras que dentro del psicoanálisis hay varias vertientes como la Freudiana, Kleiniana, Jungiana, Lacaniana, etc. Pero ¿qué es lo que hace que haya tantos desencuentros entre estas? Te lo decimos en 5 puntos.

1. Inconsciente vs. consciente

El psicoanálisis trajo consigo una herida fuerte para la humanidad, ya que introdujo la noción de que no siempre se es dueño de uno mismo.

Que el yo y la consciencia, que hasta entonces se creía total, no es más que una pequeña porción de la conformación de la psique (insignificante además), que no toma parte más que de forma secundaria en los pensamientos, actos y decisiones. Freud dio cuenta de que hay algo más que regula y opera más allá de estas instancias: el inconsciente. Desde este momento, la psicología y el psicoanálisis irán por direcciones diferentes.

A pesar de que la psicología toma del psicoanálisis el estudio del inconsciente, el psicoanálisis se concentra mucho más en escuchar lo que este tiene que decir del sujeto. Para el psicoanálisis, el inconsciente es un saber ignorado por el sujeto pero que opera y articula, y tiene que ver con lo infantil y la sexualidad, y cuya producción se da en la relación entre analista y analizante. La psicología, dependiendo de la rama, está más enfocada en la escucha de emociones, el comportamiento, los pensamientos conscientes y dañinos, y las creencias limitantes. Esta diferencia, por supuesto, tiene repercusiones clínicas importantes, que abordaremos en el siguiente punto

2. Sujeto total vs. sujeto dividido

Con lo que se dijo en el punto anterior, el sujeto de la psicología y del psicoanálisis, serán distintos, ya que este tendrá que ver con aquello que se produce en cada sesión, en cada caso, en cada escucha y cada relación particular dentro de la clínica. Es decir, aunque la misma persona vaya, el sujeto con el que se trabaja es distinto en cada una.

Mientras que la psicología busca un sujeto total, que se identifique con su yo y con su conciencia, el psicoanálisis pone atención justo en las cosas con el sujeto no se reconoce a sí mismo en lo que dice ni en su actuar.

Se trata de un sujeto que aparece en el error, en los sueños; y que dice algo que él mismo no quiso decir y con lo que no necesariamente se identifica. En psicoanálisis se trata de producir lo inconsciente a través del despliegue de estos discursos. Por esto, Lacan dirá que en psicoanálisis se subvierte la máxima cartesiana, “Pienso luego existo”, para ser “Pienso donde no soy, luego soy donde no pienso”. En psicoanálisis hablamos de un sujeto que no pasa ni por su pensamiento ni por su conciencia; este es, precisamente, el sujeto de la psicología que trabaja a nivel del yo. 

3. La clínica: discurso vs. fenómeno

Dado que un psicoanálisis, como se mencionó en el punto anterior, tiene por objeto la producción del inconsciente, lo infantil y la sexualidad; no necesariamente se enfoca en el síntoma del que llega aquejado un paciente; sino más bien en la historización, (por medio de la palabra), de la vida del sujeto que conforma su realidad psíquica y que al mismo tiempo este desconoce. De manera que la regla general en una terapia psicoanalítica es que el sujeto diga todo lo que se le ocurra, aunque parezca descabellado o sin sentido. A esto se le llama asociación libre, y tiene por objeto, de nuevo, la producción del inconsciente.

Las terapias de la psicología tienden a ser más estructuradas, a tener un tema que guíe la sesión; trabaja con fenómenos observables o a nivel de la fenomenología, y no tanto con el discurso –que es el caso del psicoanálisis–.

4. Diagnóstico

La psicología se apoya de herramientas de diagnóstico como el DSM-V, y es habitual que se dé uno a los pacientes (sobre todo a los no neurotípicos o neurodivergentes) con el fin de acotar la sintomatología y el tratamiento que, en casos graves se puede acompañar de la psiquiatría. El psicoanálisis, a pesar de que tiene estructuras generales de la que se guía en la clínica, no se trabaja con diagnósticos específicos que, se cree, la más de las veces obstaculiza la escucha y obturan la palabra; lo mismo puede ocurrir con las teorías y conceptos que cada una de las disciplinas desarrolla. 

5. El objetivo clínico

La psicología busca la remisión de síntomas, la adaptabilidad, el bienestar y la funcionalidad del sujeto que le permita estar integrado socialmente de una manera adecuada. El psicoanálisis puede obtener esto solo de manera indirecta y secundaria, ya que lo que busca posibilitar es una posición subjetiva frente a su deseo, el poder sostenerlo con el menor sufrimiento posible. La psicología busca la remisión de síntomas, la adaptabilidad, el bienestar y la funcionalidad del sujeto que le permita estar integrado socialmente de una manera adecuada. El psicoanálisis puede obtener esto solo de manera indirecta y secundaria, ya que lo que busca posibilitar es una posición subjetiva frente a su deseo, el poder sostenerlo con el menor sufrimiento posible. 

Tanto la psicología como el psicoanálisis son buenas opciones a la hora de buscar un transitar diferente en la vida y una posición distinta a la del sufrimiento.

Si estás buscando psicoterapia, es importante que esta sea la más adecuada a tus necesidades. En PI puedes encontrar diferentes opciones por la variedad de especialistas que forman parte del equipo. Si tienes alguna duda o deseas empezar un proceso psicoterapéutico, no dudes en contactarnos por nuestros diferentes canales.