El 8 de agosto se celebra el día del gato, cuya relación con el hombre inició hace aproximadamente 12 mil años, cuando el hombre comenzó a sedentarizarse y a realizar actividades como la agricultura. Los gatos han sido parte de la historia de la humanidad y llegó a ser considerado como una divinidad o como ser maldito en algunas culturas; aún hoy, se les puede llegar a considerar seres místicos, con habilidades especiales, portadores de suerte (buena o mala), se les rinde culto o son adorados.
Parte de la cultura humana respecto a los gatos y su relación con ellos, se encuentra en la literatura; existen una cantidad enorme de novelas, ensayos y cuentos, que tienen a estos como protagonistas, narradores o personajes secundarios. Los gatos han sido unos de los recursos más usados en la literatura occidental para historias de terror, una de las más famosas siendo El gato negro (1843) de Edgar Allan Poe o Los gatos de Ulthar (1920) de H.P. Lovecraft. Sin embargo, también los gatos son frecuentemente retratados como una representación cómica del ingenio, la astucia y la elegancia, como es el caso de El gato con botas (1967), cuento escrito por Charles Perrault, y cuyas reinterpretaciones han llegado a ser muy bastas. También encontramos aquí el gran gato de Cheshire que aparece en Alicia en el país de las maravillas (1865), con diálogos memorables cargados de enigma y misterio.
En la literatura oriental encontramos también que el gato simboliza la feminidad, lo divino, la sabiduría y el tiempo, y también lo espiritual, demoníaco o espectral en figuras como los Yōkai, criaturas propias del folclore japonés con partes humanas y de animales. Como ejemplo de lo primero podemos encontrar la novela Yo, el gato (1906) de Natsume Soseki, cuyo protagonista, un gato sin nombre, observa con ironía y lástima la cotidianidad humana y el absurdo, citando a Buda y a filósofos griegos.
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